Saturday, April 17, 2010

Los extranjeros

Por José R. Uzal

“En Dios confiamos” anuncia la nación en avisos impresos en la moneda nacional. “Somos un nación cristiana” alegan los políticos y los comentaristas y los clérigos en el continuo dialogo nacional. “Una nación bajo Dios” reza el Compromiso de Alianza. Nadie niega que nuestras raíces, la base de nuestra moral y nuestras costumbres sean Judeo-Cristianas. La Santa Biblia rige, con sus enseñanzas la vida cotidiana de millones de norteamericanos. Unos la interpretan literalmente y otros actualizan sus preceptos y la interpretan alegóricamente. Lo cierto es que el 90% de nosotros creemos en Dios y Jesús el Salvador. Esto nos compromete a practicar lo que predicamos.

En la primera contienda de la temporada electoral hemos visto a un candidato, ex-pastor Bautista con pocos fondos, ganarle a un Mormon el cual se gasto veinte veces más en la contienda. Evidencia de que la religión es y seguirá siendo un factor importantísimo en la vida política de EE.UU.

Los estrategas políticos de ambos partidos, respondiendo al las demandas populares, han hecho la inmigración uno de los temas mas importantes en las elecciones primarias y sin duda lo será en las generales en noviembre.

Ya hemos establecido que la forma mas rápida de identificar a un político racista o ignorante en materia migratorias es la ausencia de la “s” al referirse a las fronteras. Cualquiera que se refiera a una frontera no tiene la menor intención, ni la menor idea de cómo resolver la presente crisis migratoria.

Lo interesante de todo esto es que la respuesta de cómo tratar a los inmigrantes la encontramos en el Antiguo Testamento. Los primeros cinco libros que tenemos en común con el Torah judío nos muestran que la inmigración no es un fenómeno nuevo y que la Palabra de Dios nos da las pautas para lidiar con los extranjeros.

La primer y mas importante referencia sobre los extranjeros la encontramos en Levíticos 19,34 “Será para ustedes como un nativo mas y lo amaras como a ti mismo pues también ustedes fueron extranjeros en Egipto”. En el Antiguo Testamento se distingue entre los extranjeros de paso y el extranjero que se ha instalado en el país solicitando asilo y protección a la comunidad (Génesis 23,4; Exodo2, 22 y 18,3). El extranjero se vera obligado a ser un empleado pero el empleador no tiene derecho a tratarlo como un esclavo (Deuteronomio 24,14) “No explotaras al jornalero pobre e indigente, tanto si es uno de los tuyos, como si se trata de un extranjero que reside en tu tierra o en tu ciudad”

Levítico 24,22 obliga igualdad de deberes a los extranjeros “la misma justicia usaran con el extranjero y con el nativo. Yo soy el Señor, tu Dios”. Igualmente los extranjeros están sometidos a las prohibiciones éticas y religiosas de la sociedad en que viven (Levítico 24,16.

Cumplir con los preceptos bíblicos no es defender la ilegalidad. Sabemos que “le debemos al Cesar los que es del Cesar y Dios lo que es de Dios” pero antes de vituperar, acusar, maltratar, explotar y abusar de los indocumentados debemos recordar, como la nación Judeo-Cristiana que nos autodenominamos, que los extranjeros “Será para ustedes como un nativo mas y lo amaras como a ti mismo pues también ustedes fueron extranjeros en Egipto” Levitico 19,34.

Los candidatos presidenciales que utilizan la religión y la inmigración para sus fines políticos tienen que tener en cuenta la palabra de Dios sobre estos temas.

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