Friday, April 9, 2010

Sr Bush, derrumbe la muralla

Por José R. Uzal ( uzal@msn.com )

Estados Unidos continúa dándose el lujo de usar la inmigración como tema para manipular la opinión pública. El gobierno tiene que establecer seriamente una política migratoria basada en nuestras necesidades y no en el color de los ojos de los inmigrantes o como reacción a la demagogia de candidatos durante la temporada de elecciones. El pueblo americano tiene derecho a demandar una reforma migratoria y el gobierno tiene el deber de proteger las fronteras. El extender la odiosa muralla entre vecinos y socios comerciales no asegura la frontera ni constituye una reforma migratoria.

Estados Unidos tiene que considerar a Canadá y México de forma diferente al resto del mundo. El Acuerdo de Libre Mercado en Norte América (NAFTA) fue ratificado por el Congreso de Estados Unidos en Noviembre de 1993 y entró en efecto en Enero 1, 1994. NAFTA se diseño como la base para un futuro Mercado Común de Norte América. La intención original era la de hacer las fronteras entre los tres países lo más inconspicuas posible creando el área de libre comercio mayor del mundo, para competir con la Comunidad Europea. Canadá llegó a tener frontera libre con Estados Unidos pero a México le impusimos una muralla. El muro de Berlín fue derrumbado por el peso de la libertad. La retórica xenofobita de los candidatos presidenciales durante el período electoral en 1996 provoco que Estados Unidos levantara otra odiosa muralla con resultados similares. El muro en la frontera con México no ha podido detener la inmigración ilegal pero ha causado abusos de derechos humanos, muertes, confusión y separaciones familiares.

El problema migratorio con México es un problema de percepción y no de realidad. Es una falacia que sale a relucir cada vez que la economía nacional entra en un periodo de contracción o durante las elecciones. El resto del tiempo, nadie toma en cuenta que los mexicanos nos ayudan a tener un sector agrícola que alimenta al mundo, a mantener la inflación bajo control y a completar todos los trabajos manuales que las elites no quieren hacer o no tienen tiempo de hacer. Si el Congreso y la Casa Blanca quisieran en realidad resolver el problema deberían comenzar aplicando las leyes migratorias existentes y cesaran el crear proyectos de ley que vacilan entre expulsar o explotar a nuestros vecinos y socios en NAFTA.

De acuerdo a cifras de la Fundación de Ley Migratoria de América, menos de un millón de inmigrantes arriban a Estados Unidos anualmente. De estos 700,000 son inmigrantes legales con residencia permanente. Otros 150,000 entran legalmente como refugiados huyendo de persecuciones políticas. Casi un millón de personas cruza la frontera con México diariamente de forma legal. Después de 10 años de tolerancia migratoria los famosos inmigrantes indocumentados constituyen solamente el 5% de la población. A pesar de la percepción de la opinión publica americana, la mayoría de los indocumentados no cruzan las fronteras con Canadá y México. La falacia de que todos los ilegales son mexicanos fue destruida el 11 de Septiembre. La realidad es que 6 de cada 10 ilegales entran a Estados Unidos legalmente y se quedan después que la visa caduca. El Instituto Urbano corrobora estas cifras “solo cuatro de cada 10 indocumentados entran por la frontera sur,” y añade los siguientes datos: “de cada 100 indocumentados solo el 43 son Mexicanos pero son el 90% de los arrestados y consumen el 85% de los recursos disponibles para combatir este problema.”

Sr. Bush, los Estados Unidos tiene que abandonar el establecer su política migratoria basándose solamente en lo que ocurre en la frontera con México. Nuestra seguridad demanda una reforma migratoria que controle a todos los inmigrantes e integre a los mexicanos a nuestra economía. La política correcta debería ser el crear una Comisión bicameral y bipartidista para estudiar el implementar un verdadero Mercado Común Norteamericano y la destrucción de la odiosa muralla.

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